viernes, octubre 21, 2005

Solita te das cuenta que te gusto I

(Antes de empezar, quiero aclarar que todo esto había sido escrito antes)

Como tristes piezas de un juego desatado por los dioses, nos movemos en la vida, ilusos, creyendo que manejamos nuestro destino. Y al bajar del taxi ayer, después de escuchar una historia de amor de mi amigo caravanero y reventón la providencia (Tom Sawyer, las aventuras de) me brindó la posibilidad de ser el testigo de un encuentro, casi imposible, si tenemos en cuenta que somos demasiados habitantes aquí.
Pero somos piezas, peones del capricho de los fuckin dioses.

La colisión corporal de mi amigo y esa chica de la que me acababa de decir "es hermosa" no se produjo porque no era el momento del choque. ¡Zás! de repente estaban intercambiando data, ¡Plum! de golpe la comunicación fluía. ¡Ñacate! Despedida pero en el futuro inmediato se preveía un contacto. (Las onomatopeyas son influencias del Batman gordo y televisivo) La última palabra, de ella hacia mi grosso amigo, de ese momento de la noche fue: Chau Pi (de este modo fue entendido por el que escribe)


¿¿¿CHAUPI???


Y me vengo a enterar que es un chacarerismo y que mi amigo no era Pi (que probablemente pueda haber sido un apodo cariñoso de mimos y amaneceres en la cama) sino que el Pi era un anexo al chau. Entramos en la Taberna Vasca y nos pedimos una negra. Pero, Oh Contradicción Dioses, la chica se dirigía al antro de siempre donde siempre es todo como siempre. No podía dejar de obedecer semejante trama tejida por manos supremas y acompañé a mi queridisimo y caravanero amigo, en busca de su amor.

Los inicios fueron trágicos. No se la veía por ningún lado. Moviéndonos como reptiles recorrimos el antro de cabo a rabo, olfateando, husmeando como perros famélicos algún rastro de la presa, un aroma, una señal. Bajamos. Siempre se baja. Y al fin la vimos, junto a la barra, brillante, destellando pétalos hacia el universo. Eso vi (lo juro). En ese instante dejé de ser testigo.

La noche y el alcohol se vinieron encima. La tristeza de un par de vueltas y no atinar a hablar con nadie hizo que me retirara, dejando a mi caravanero amigo, hablando con su niña. Me despedí y con un gesto y sonrisa complice me dice: Ella está loca. Yo no podía creerlo, la victoria era total. Los Dioses habían dejado de jugar. Tomé un taxi y terminé en una patética fiesta organizada por alumnos de cine. Irme a dormir sólo fue un viaje en colectivo y unas cuadras caminando en ojotas, señal de la proximidad del verano.

¿La historia de mi amigo caravanero? Termina de leerse en www.vamosfuyir.blogspot.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

Que pasó, te pusiste a censurar???