Darse cuenta que uno es pura energía puede llegar a ser difícil. Asimilar que nuestro cuerpo está formado por fibras energéticas que recorren nuestras extremidades de punta a punta es difícil de creer. Ver la luz, en sus diversos colores, recorrer manos, brazos piernas, pecho cabeza, hombros, pelos, ojos, párpados es una visión maravillosa. El mundo tal como lo vemos es una de las tantas formas fantásticas que posee el mundo. El mundo es esto que vemos, pero es mucho más de lo que vemos. Nosotros somos esto que vemos y somos muchísimo más de lo que vemos de nosotros. Pueden parecer obviedades, pero cuando uno siente todo lo que estoy tratando de describir en un lenguaje pobre y rudimentario, se tambalean ciertos parámetros o paradigmas que tenemos asimilados como "ciertos". Entonces uno descubre que no somos tan importantes como creemos, y que a la vez lo somos. No somos tan importantes en tanto en cualquier momento podemos desaparecer, debido a nuestra fragilidad, a nuestro poco conocimiento verdadero de las cosas. Y lo somos cuando podemos conectarnos con el maravilloso mundo de las energías que nos rodean. Porque estamos en permanente contacto con un todo que se mueve en otros espacios, en otros niveles, en otros tiempos de los cuales a veces nos desconectamos.
Elevarse, dejar más abajo el cuerpo, desprenderse, flotar y viajar en un mundo de sonidos, imágenes, formas y energías poderosas y desconocidas, volar. Saberse humano. Limitado. Superpoderoso. Frágil. Mortal. Sentir que el cuerpo es un lugar transitorio. Que el tiempo no corre, camina. Saber que uno no sabe caminar junto con el tiempo, pero tener la certeza de que hay que hacerlo, de que hay que caminar junto al tiempo. Entender, comprender, respirar la sabiduría de las plantas, ver como ellas ven el mundo. Con calma y sintiendo cada instante, siendo concientes de cada movimiento, de que cada movimiento tiene una causa y una consecuencia en el entorno cercano y en el infinito universo. Ser conciente desde un lugar de sentido, de sensaciones, de sentimientos. Valorar los afectos, esparcir afecto, permitirse recibir afecto. Abrir los poros, abrir el cuerpo, sentir las energías de las pequeñas cosas que sin que nos demos cuenta, son enormes e importantísimas.
El sonido del mundo, un gran bostezo, una risa angelical, los recovecos de las voces y el canto provisto de colores, tremendos y maravillosos colores.
Es muy difícil no caer en lugares comunes. Es complicado tratar de expresar tremendas sensaciones, pero prefiero hacer esto que es, recién, una primera expresión de lo vivido el viernes por la noche. Es demasiada información de golpe, de repente, en unas horas que pudieron haber sido años. Con el tiempo, a medida que vaya pasando, irán dándose vuelta algunas partes de un gran rompecabezas. Eso fue en alguna medida lo que ocurrió el viernes, una nueva apertura de cabezas, otra forma de ver, una manera fabulosa de percibir, otra cara del sentir. No puedo escribir la onomatopeya de un suspiro, pero aquí va uno, enorme y amarillo.
Salud, gente. Y garantizo que voy a volver a ese mundo, sin dudas y con los brazos abiertos.
Si, lo volvería a hacer, una y otra vez.
La fotito es de Larry Carlson, está el link para visitar... que viaje increíble. ¿Viste los colores?
lunes, noviembre 14, 2005
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