martes, septiembre 26, 2006

Dualidad (si, publicar)

A veces las belleza puede encontrarse en lugares poco comunes, que uno en general no espera, o lo contrario, encontrar el horror en lo perfecto de algo, saber que una mirada entreabierta, un gesto, una boca torcida, puede cambiar nuestra visión de las cosas. El arte como una forma de cosa horrible y tan bella, lo cursi en su punto de quiebre, la verborragia sucia de una boca junto a un oído, algo tan bello. La dualidad de las plantas, de la vida en sí misma que nos retuerce o nos lleva a incertidumbres que son más reales que cualquier alucinación de índole social, que mierda, que verdadera mierda hablando como un académico, eso hay que dejar de hacer, creer que uno tiene la posta, que sabe algo, cuando en realidad a cada segundo la vida o el conjunto de decisiones que uno toma, o el amor, o la furia sobre alguien o algo, ya sea institución o bicho bolita (que pensándolo bien son inofensivos) puede sorprender nuestros viejos y repetidos esquemas. No ser lo que los demás esperan que uno sea. Ser peor. O mejor. No ser. Y ser en totalidad con todo lo que pasa.

Entrar en trances que ayuden. Sentir los objetos, las plantas, las personas, los animales. Los seres vivos y los inanimados, pero no menos vivos. Darse cuenta, VER que estamos haciendo todo el tiempo. Durante mucho tiempo mi inconciencia me llevó al no cuidado de mi cuerpo, del lugar físico y tan real donde habita lo otro, llámese como se llame. Lo otro alma, lo otro espíritu. Pero el cuerpo es lo más real que tenemos, lo más verdadero entre tanta farsa. Por eso hay que reivindicarlo, enaltecerlo, renacerlo, volver a vivirlo. Empezar de nuevo y redescubrirlo. Me cuesta tanto a veces. Pero sentir con el cuerpo, a través del cuerpo, con el cuerpo.

Por instantes siento que todo es tan inútil, tan volátil, tan esdrújulo. Pero cuando puedo con un gesto o una charla o una canción, hacer pensar a alguien y pensarme dentro de ese alguien y que ese alguien me ayude a ver que soy que ando haciendo por esos lugares, ahí la satisfacción es grande.

Ser soberbio no sirve, la postura del saber, es una verdadera mierda. Somos iguales, todos y cada uno y tan diferentes que se vuelve bella la paradoja.

Uf, estoy volando escuchando a Bob, gritando y cantando, me subo a sus palabras, a una melodía cíclica y eterna, que me transporta a un lugar que conozco y a la vez sigue siendo nuevo y maravilloso. Me siento bien, tengo sueño y me siento bien. Tengo sueños, me siento.

La cara en la pared transpirada huele a caña de azúcar a pomelo y mandarina. Los ojos agarrotados soportando un intenso calor de luces que se mueven.
// La perfección se alcanza sin alcanzarla, perdiendo unos granos de arena en el camino, el pasto en la cara y otra vez una casa de otra vida, de esta vida.
// Mañana tengo que acomodar el orden pre-establecido y organizar la planificación de las sincronizaciones cronometradas. ¡Que mierda!
// Confío a pleno en lo que soy, en toda la dimensión de mi energía y mis posibilidades, me siento tranquilo con eso, conozco de eso, se cómo moverme, alguna vez lo he hecho. Recuerdo.


La perfección de la contradicción es bastante imposible de superar – dijo un amigo que está tan cerca de mi como de vos y que no es ninguno de esos dos que están junto a vos, porque han dejado el cuerpo y no tienen nada que decir.
¿A quien le hablás? Ah, ya entiendo, estás fuera de vos y te hablás a vos mismo, desde afuera, pero sabiendo que también desde adentro. ¿Pero desde adentro de que? Desde adentro del más profundo adentro.
Hace calor, y está nevando al mismo tiempo, la explosión es inmensa y constante.

A veces necesito irme para saber donde estoy, es la mejor manera de encontrarme. Alejarme por un tiempo de mi mismo, así, de golpe y despacio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tus palabras me encantaron esta vez dedicarle este tiempo a leerte fue grato muy grato, gracias por volver on line, que es de la unica manera de sentirte, de saber de vos.... gracias