domingo, febrero 26, 2006

Mientras como un alfajor Bon o Bon

Bon o bon, esa es la cuestión. Podría comenzar este relato de diversas maneras. Entendiendo que soy un ganador o complicándome la vida pensando en mis limitaciones. Pero no. Empezaré esta historia diciendo que los alfajores son una de las mayores piezas gastronómicas de la vida. Perdí mis llaves. Se las dí a una chica para que empujara la pipa. Luego besé a esa chica. Pero antes otra chica diferente me pidió el mail. Me dijo textualmente: Disculpame, yo ya me voy, pero me darías tu mail para en otro momento poder hablar. Eso me halagó, no puedo dejar de reconocerlo. Entonces me sentí un truinfador nato. Poco después ese sentimiento extraño desapareció de mí. Le di unos besos a Eliana porque me pareció que me gustarían. Así fue. Estoy con los ojos abiertos y la piel sensible. No puedo negarme a nada que tenga relación con el afecto. Y eso me gustaría repetirlo en todo ámbito de mi vida. Nada es comparable con el tremendo poder del cariño humano. No es exagerado lo que digo aunque lo parezca. Tal vez estoy atravesando una etapa ultra-sensible de mi vida y todo lo que ocurre a mi alrededor tiene que ver con eso. Sin embargo pierdo las llaves, las dejo, el modo de entrar a mi casa, la clave, el secreto. Bene me dice que me tengo que poner las pilas porque eso me molesta. Es cierto. Me molesta y mucho. Pero las situaciones se dan por algún motivo. Es probablemente una justificación. De todos modos es real el deseo de viajar y no tener más llaves. Don Julio debe vivir bien en la selva. Podría hechar un ojo para por lo menos saber que se siente. Sin dejar de sonreir por la vida que llevo, dejo una frase de Cachu para la reflexión, se pueden hacer comentarios: Dejá a las minas lindas para los que tienen poca imaginación. Salud, y por supuesto, esto no debería suceder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te quiero conocer, tomamos un café? Paloma.
palo_06@yahoo.com